martes, 30 de septiembre de 2008

ALMAS Y BRUJAS


ALMAS EN PENA

No todas las almas alcanzan el descanso tras la muerte, pues hay algunas que están condenadas a vagar por la tierra durante largo tiempo, a veces durante toda la eternidad.
Para que un alma goce del descanso eterno es necesario que sea enterrada apropiadamente en un terreno consagrado para ello (cementerio). De lo contrario, el alma corre sin descanso por el mundo de los vivos, buscando a alguien que le de una oportuna sepultura. Se cuenta en Ribesella el caso de un monje que fue enterrado en un cruce de caminos, lejos del campo santo, cuya sepultura aparecía revuelta todas las mañanas. Los monjes de su monasterio se dieron cuenta de su error, comenzaron a desenterrarlo y en ese momento se les apareció el viejo monje, que les dijo "enterradme en sagrado que estoy en el cielo": Y así hicieron.
Muchas veces, el difunto ha cometido grandes pecados, y está obligado a redimirlos, bien en el Purgatorio, bien formando parte del séquito de la Güestia o bien realizando trabajos para los vivos: Uno de estos pecados es el de cambiar los mojones de sitio.
Pero no debemos creer que los difuntos sólo se nos aparecen de forma fantasmagórica: A menudo se convierten en animales, como pájaros, cerdos o mariposas, que se acercan a los vivos para enviarles un mensaje. En este sentido, las aves agoreras, aquéllas que anuncian la muerte y otro tipo de desgracias, no son más que ánimas reencarnadas.
En otras ocasiones, el alma no descansa debido al incumplimiento de una promesa que debíamos de haber cumplido en vida, o por no haber sido celebrado el funeral debido. En las partes más occidentales de Asturias, existe la costumbre de peregrinar a San Andrés de Teixido (Galicia), y se piensa que todo aquél que no lo visite en vida tendrá que ir de una manera u otra tras la muerte. De ahí que en esas zonas se recite la frase ¡a San Andrés de Teixido, vai morto o que non foi de vivo!. Pero el centro de peregrinación más importante de todos es el de Santiago de Compostela. Cuenta la leyenda que Santiago estaba muy afligido por haberse situado su definitiva sepultura en el extremo del mundo, pero Jesucristo le consoló diciendo que todos habrían de ir a visitarle sino en vida, sí tras la muerte, y por ello todos nosotros habremos de ir a peregrinar a Santiago por lo menos una vez en la vida.
Mirad el cielo en una noche de verano: Está lleno de luminarias, de centelleantes estrellas. Mas, ¿qué es aquél reguero informe de aspecto lechoso que cruza el firmamento? Es la Vía Láctea...formada por almas...que tras la muerte realizan...el Camino de Santiago.
ÁNIMAS VIVAS
Las ánimas vivas o muertos vivientes son un caso peculiar, pues consisten en personas que han fallecido, pero que en lugar de quedarse quedarse quietas para siempre y convertirse en polvo, son capaces de realizar prodigios de todo tipo.
La primera ánima viva que se vio se llamaba Magdalena, y era de Congosto (Bierzo), tal y como nos relata Constantino Cabal. Era una niña preciosa y de tez blanca y suave, pero desgraciadamente se murió, y cuando su padre se disponía a enterrarla ella pronunció estas palabras: "¡Padre, Padre! Váigame a por agua a la fontina". El padre así hizo y tras ello avisó al cura, el cual vino y le preguntó a la niña si quería que la enterrasen, a lo que ella se negó.
Entonces comenzó a venir gente de las comarcas vecinas para ver el prodigio: Magdalena era capaz de adivinar todo lo que estaba pasando, y además daba consejos a todo aquél que la visitase. Tenía una sed atroz, y los vecinos la llamaban el ánima viva.
El caso es que ella dijo "En el mundo habrá otra como yo, pero no puedo precisaros dónde", y efectivamente, apareció otra ánima viva, pero esta vez en Villar de Allones (Somiedu). Se trataba de otra niña, llamada Celestina, a la cual le salió un día un grano en la punta de la nariz, y luego le salieron otros en toda la cara, dejándola deformada. Celestina ya no pudo salir a pastar con las ovejas, y tuvo que quedarse postrada permanentemente en la cama. Todo el mundo la daba por perdida, pero pronto descubrieron sus dones: Era capaz de hacer que sanasen los animales y las personas, de forma casi milagrosa, y también profetizaba el futuro. Tal era la cantidad de gente que la visitaba y le dejaba limosnas, que llegó a reunir una gran suma de dinero.
ANTROXU
En el solsticio de invierno, cuando el Sol está en su punto más bajo, el día es más corto y la noche más larga, la tierra queda bajo el reinado de las tinieblas. Quedamos desprotegidos entonces de los espíritus del inframundo que vienen a invadir nuestro mundo.
A diferencia del Solsiticio de verano (nueche de San Xuan) en el que se aparecen seres tan positivos como les xanes, en el de invierno lo que se aparecen son seres sobrenaturales, pero seres más relacionados con las tinieblas y la muerte... principalmente bruxes y demonios, seres que vienen al mundo de los vivos con la intención de hacer el mal. Por eso es necesario protegerse de ellos y espantarlos mediante bailes de máscaras, haciendo todo el ruido y jaleo posible. Estas procesiones deberán de durar durante unas cuantas semanas en las que desfilaran personajes como el guirria, el sidru y los vexigueros.
Las ánimas de los difuntos también pueden visitar sus antiguos hogares por estas fechas. Por ello es necesario el dejar comida en la casa por las noches en las que se pensaba que iban a venir a las que

BRUJAS
Ancianas solitarias de las aldeas asturianas a las que se atribuye poderes sobrenaturales capaces de producir tanto hechos prodigiosos como desgracias. En Asturias hay diferentes tipos de brujas y, contra lo que comúnmente se piensa, no han de ser necesariamente malas, pues ello depende del tipo de magia que practiquen: La teúrgia, o magia blanca, la goecia, o magia negra y la magia natural.
La Teúrgia es la comunicación con lo divino, con los espíritus del bien (ángeles), para con ello obrar prodigios. Dentro de la teurgia se engloban la Alquimia (búsqueda de la piedra filosofal, que transmuta los metales en oro, del elixir de la inmortalidad...), la Cábala (misticismo judío), y muchas otras artes mágicas que se practicaban durante la Edad Media en laboratorios secretos del barrio de Socastiellu (Oviedo).
La Goecia es la hechicería, la comunicación con el Diablo y los espíritus malignos (demonios), que es empleada por las brujas luciferinas para causar al prójimo toda clase de males. El mal puede realizarse bien con la mirada (agüeyamientu o mal de ojo), bien con la palabra (maldición).
El agüeyamientu afecta tanto a los animales como a las personas: Las vacas afectadas de mal de güeyu (mal de ojo) en vez de dar leche dan sangre, y los niños afectados de mal de ojo enferman rápidamente, siendo inútiles los intentos de los médicos para atajar el mal.
La propiedad de agüeyar está en uno de los ojos, nunca en los dos; y esta propiedad no es innata, aparece súbitamente, y a veces también algunos hombres la poseen. Se cuenta en Caravia que estando un labrador unciendo los bueyes, después de anudar los cornales y de abrochar les melenes con les estorneyes, se puso a acariciar a uno de ellos en el hocico, y al mirarle a los ojos, el buey se cayó al suelo, después que se levantó, el labrador se dio cuenta de que podía hacer mal de ojo, y para saber con cual podía agüeyar se subió al hórreo y por uno de los taladros que sirven para la ventilación del local, miró con uno ojo al buey y éste volvió a caer. Probó a mirar con el otro ojo y no ocurría nada: Entonces el labrador, comprendiendo el daño que podía causar se sacó el ojo con un punzón.
La solución para el mal de ojo está en traer a la bruja delante del enfermo y hacerle decir ¡Dios te bendiga!, si se trata de una persona, o ¡San Antón la guarde!, en el caso de una vaca. Como no es fácil que en todos los casos vaya la bruxa a desagüeyar (quitar el mal de ojo) a los enfermos, a menudo se ha de llamar al cura para que los bendiga. Otra manera de protegerse contra el mal de ojo es utilizando talismanes como por ejemplo: El cuerno de vaca lleno de agua bendita, la herradura colocada con los cuernos hacia arriba, un plato con sal y ajos pelados que se coloca debajo de la cama, los espejos por su efecto de rebote acompañados por una vela blanca encendida, y la mano de Fátima o figa realizada en azabache y también en madera negra. El fundamento del maleficio brujeril parte del fuego y del azufre, símbolos infernales, y se combate con agua y sal, símbolos opuestos a los anteriores. Generalmente, el mal de ojo es fruto del tercer pecado capital, la envidia, por eso se debe pronunciar un contrahechizo tres veces al día, durante al menos tres días.
La otra manera de causar mal es la de la maldición, que consiste en pronunciar un determinado hechizo para invocar así a los espíritus malignos. La mayoría de estos hechizos se pueden encontrar en unos determinados libros llamados grimorios : El más usado por las brujas asturianas es el Libro de San Cipriano (más conocido como Ciprianillo), y también el famoso Picatrix, escrito en la España musulmana en el siglo X y traducido del árabe en 1256, en la conocida Escuela de Traductores de Toledo del rey Alfonso X El Sabio, y que se vio convertido en la Biblia de los brujos; o el no menos importante Aradia, que es el Evangelio de las brujas. También existen: La Gallina Negra, El Dragón Negro, La Lechuza Negra, El Libro de los Pentáculos, El Libro de los Espíritus, El Libro de las Sombras, El Libro de los Signos, El Libro de los Conjuros, El Libro de los Secretos del Infierno y El Libro de la Magia Sagrada. Los grimorios más completos son: La Espada de Moisés, Las Clavículas de Salomón, El Enchiridión del Papa León I Magno y El Gran Grimorio del Papa Honorio III (contiene las poéticas oraciones dedicadas a los cuatro Espíritus Elementales: Los Gnomos de la Tierra, Los Silfos del Aire, Las Salamandras del Fuego y Las Ondinas del Agua).
En la noche del 31 de Abril las brujas asturianas, se preparan un ungüento mágico que se untan en la ingle, y tras ello, cojen la escoba y vuelan hacia los diferentes puntos de Asturias en los que celebran reuniones llamadas aquelarres.
Las bruxas del oriente asturiano, celebran sus aquelarres en ciertos bosques de encinas, dentro del territorio de las Peñamelleras, y se transforman en culebras, murciélagos y lechuzas. Sus misas negras acaban siempre en orgías sexuales, bajo la dirección del Diañu Burllón, que representa al Macho Cabrío, al Demonio, y después de celebrar abominables misterios en aquél conventículo preparatorio, cabalgan sobre las escobas y con su jefe a la se dirigen al aquelarre de Sevilla. También la Cueva del Buxu, en Cangues d’Onís es lugar de aquelarre, pues las brujas gustan de celebrar sus ritos en antiguos lugares sagrados para los paganos.
Las bruxas del occidente asturiano, por el contrario, están más influenciadas por las gallegas, son menos promiscuas y prefieren el gobierno del diablo Astarot, gran duque de los dominios infernales. Existen dos lugares en el occidente de Asturias donde las bruxas celebran sus aquelarres: la Veiga del Palo, en Allande, y la Cueva de Sequeiros, en Cangas del Narcea. La Veiga del Palo es uno de los lugares más conocidos en Asturias, circulando entre las brujas muchísimos hechizos para poder llegar a aquél lugar. En el segundo lugar, se reunían las brujas de Asturias y León, para escarnio de los monjes que vivían en el Monasterio de Hermo. Otras bruxas, se reúnen en Galicia junto con las meigas en la playa de Os Bloques, a escasos kilómetros de Ribadeo y A Veiga d’Eo, generalmente durante la noche de San Juan o la de San Silvestre. Esta cala arenosa, contiene unas extrañas formaciones rocosas de gran tamaño, y en sus alrededores existía un antiguo templo pagano sobre un acantilado de la costa, hoy convertido en ermita católica.
Pero junto a estas brujas malignas y luciferinas existen otras brujas tradicionales, que practican la magia natural, y a las cuales se les conoce en el occidente con el nombre de adivías. A diferencia de las anteriores, las bruxas buenas no utilizan ni grimorios ni ningún otro tipo de libros de conjuros, sino que se transmiten los conocimientos oralmente, de maestra a aprendiz. No tratan con el diablo ni con ningún espíritus maligno, sino con los espíritus de la naturaleza: Su poder es tal que son capaces de portar una vela aún con vientos huracanados. Su misión consiste en preparar bebedizos amorosos, adivinar el porvenir, y practicar la necromancia, es decir, la comunicación con los espíritus de los muertos. No son maléficas, pero...más vale no enfrentarse a ninguna de ellas.
CARRU DE LA MUERTE
Carro que anda por los aires durante las noches asturianas, buscando muertos. Es negro, no se le ven los caballos, no lleva conductor y sobrevuela silenciosamente las casas de los moribundos.
Según otras versiones, el carru de la muerte consiste en un coche que viene por las noches a buscar vecinos. Lleva ruedas de corcho para que no se le sienta, es arrastrado por dos caballos y conducido por el alma de la última persona que falleció ese año en la parroquia. Se para ante la puerta de la casa de un vecino, llama un individuo a la puerta y dice "Salga Fulano, que aquí lo buscan": El aludido sale y entonces en ese momento lo meten en el carro y ya no se le vuelve a ver más...
EL DESTINO DEL ALMA
Cuando una persona está agonizando no es bueno mantener una vela encendida en su habitación, pues le prolongará la agonía. Tampoco es bueno taparlo con sábanas de cáñamo, pues dificultan la salida del alma y prolongan también por lo tanto la agonía.
Tras la muerte, el alma toma forma de paloma y sale por una de las ventanas de la casa, y es costumbre vaqueira poner velas encendidas en cada una de las ventanas, para que de esta manera el alma sepa por dónde va cuando abandona el cuerpo. En muchas aldeas asturianas se le tiene miedo reverencial al alma del difunto, y así en Bual, tras la defunción de un vecino, se sacan las vacas de los establos y se les aleja del pueblo para evitar que les de mal.
Una vez que ha salido del cuerpo, el alma se dirige al juicio particular ante el Señor, y tras la celebración de éste, vuelve al cuerpo hasta que se celebre el sepelio. En este sentido, si el entierro del difunto se retrasa por algún motivo (p.e. el cura no llega a tiempo), es porque el alma aún no ha llegado del juicio particular. Celebrado el funeral, el alma se despide del cuerpo, y si el cuerpo fue bueno en vida y el individuo alcanza la salvación las palabras del alma son dulcísimas, pero si el resultado ha sido la condenación, sus palabras están llenas de coraje y rencor. Son muchas las personas que han oído este diálogo fatal y que han quedado por ello aterrorizadas.
Tras el entierro definitivo del cuerpo, el alma inicia su viaje al paraíso, pero para ello habrá de atravesar antes el Río Jordán. En ciertas partes de Asturias se le deja al muerto en el sepulcro provisiones para que le sirvan en su viaje. Es el Jordán río turbulento, y las almas han de cruzarlo a nado. Mientras, en la otra orilla las almas de los bienaventurados animan al nadador en su travesía.
Y por fin, después de haber cruzado el Río Jordán el alma se encuentra ante sí el Paraíso, la Nueva Jerusalén celestial prometida por el Apocalipsis.
GUAXA
Con el nombre de guaxa se conoce a la bruja de pelo blanco con la cara arrugada y fea que entra por las noches en las casas chupándoles la sangre a los niños haciéndolos progresivamente empeorar hasta que mueren....y entonces los vecinos comentan ¡a esi nenu llevolu la guaxa!
Así, un niño que en un principio está rollizo y sano comienza a palidecer y adelgazar, lo cual asusta a sus padres, que por la noche hacen guardia para cazar a la guaxa. Una vez que la cazan, ésta dejará en paz al niño que recobrará su salud, y en algunos casos la guaxa se curará y se convertirá en una mujer normal si se le retuerce el dedo.
GÜESTIA, SANTA COMPAÑA
Procesión de almas en pena que deambulan por doquier, vestidas con sudarios blancos y portando huesos encendidos a modo de teas: Generalmente portan también un ataúd, en el cual aparece la imagen del próximo fallecido y son muchas las personas que se han encontrado a esta procesión y cuál es su sorpresa que en el ataúd se encontraba un familiar, un amigo o un vecino.
Cuando las campanas de la Iglesia de la parroquia marcan la medianoche, se abren las puertas del cementerio y la güestia sale de procesión por bosques y caminos: Se dirigen, canturreando fúnebremente, y agitando sus campanillas, a cumplir su misión, que es la de comunicar la muerte a todas aquellas desdichadas personas que en breve van a morir. A todos los atrevidos que se cruzan en su camino, les sacude una bofetada añadiendo ¡Andái de día que la noche ye mía! , pues la noche es para los muertos y el día para los vivos.
Pero no todo el mundo tiene la capacidad de verla y se dan casos en los cuales varias personas salen por la noche y sólo una de ellas es capaz de ver a la güestia. Y es que la güestia, la anunciadora de la muerte, sólo se aparece a determinadas personas...
Una vez que la fúnebre procesión llega a su destino, circunda entonces varias veces la casa del moribundo o bien, si se lo encuentra frente a frente, le entrega un hueso encendido. El infeliz, presa del pánico, lo coge, pensando que es una vela encendida: Posteriormente, cuando la procesión se marcha y las luces se desvanecen, se da cuenta de que lo que tiene realmente en la mano es un hueso sobre el cual arde una pequeña llama verdiclara, lo que es señal de que su final está cerca. Ahora bien, se puede evitar la muerte colocándose un escapulario al cuello y entregándole el hueso encendido a la güestia la noche siguiente. En otras ocasiones el cirio se transforma en un cadáver, en cuyo caso es necesario colocarle reliquias en el pecho para que desaparezca.
Cuando la güestia se nos acerca la única forma de librarse de ella es dibujar un cercu (círculo) en el suelo e introducirse en él, pues la güestia no podrá jamás atravesarlo. Dentro de este cercu se ha de dibujar la estrella de cinco puntas, también llamada pentalfa o signum Salomonis (sello de Salomón). Es un símbolo de indudable carácter mistérico, que aparece en lápidas y monedas de todas las épocas y del cual ya nos hablaba Beato de Liébana en el siglo VIII.
La güestia suele llevar a la cabeza una persona con el acetre del agua bendita y una cruz, y si hallan en la marcha a un infeliz, se lo larga y escapa como un relámpago, y tiene el infeliz que sustuirla en su puesto y encaminar a los difuntos hasta que la procesión encuentre otro sustituto. Mientras tanto habrá de cumplir con su cometido, ¡y pobre de él si se le ocurriera escapar o mirar hacia atrás!.
GÜERCU
Señal premonitoria que anuncia la muerte de una persona y que puede consistir en una luz, un aviso, una visión o el aullido de un animal.
En ocasiones sentimos que hemos visto a un individuo en un determinado lugar y luego comprobamos posteriormente que tal individuo no ha estado efectivamente allí: Era su güercu, es decir, su apariencia, la cual le estaba anunciando su muerte. Cuando una persona va a morir, su apariencia se echa por los caminos anunciando su muerte por doquier y por eso podemos ver la apariencia no sólo de personas ajenas, sino también la nuestra propia y se oyen muchas historias de personas que incluso se han encontrado una comitiva fantasmagórica que reproducía su propio entierro. En Villamor de Somiedu se cuenta el caso de un hombre que vio a una vecina ir a por agua y después fue a su casa y le preguntó si había ido a la fuente, a lo que ella respondió que no...y entonces le dijo su vecino "pues prepárate que vas a morir". Y murió a los tres días.
Pero no sólo el güercu anuncia la muerte, pues las aves agoreras se encargan también de realizar esta misión. La coruxa (lechuza), la cual ronda las casas de los enfermos trayendo la muerte con su ulular y va posteriormente al cementerio: Su canto se interpreta por el pueblo como ¡Cavar! ¡Cavar! o ¡Ven! ¡Ven!. También la corneya (corneja) anuncia la muerte, así como el cuervo negro, el cual es fatal cuando ronda la casa de un enfermo. Dicen los vaqueiros que cuando dos cuervos se besan es que muere un matrimonio y que cuando una bandada de cuervos revolotea a últimas horas de la tarde también anuncian la muerte.
Los perros son también mensajeros de la muerte. Son frecuentes las historias existentes en Asturias acerca del despertar de un labriego por la noche debido a la aparición de una asombrosa claridad que le hace pensar que es de día. Este campesino llama entonces a su compañero y ambos se ponen a segar la hierba. Posteriormente ven que llega un perro blanco, el cual los mira a ambos con ternura e interés...pero de pronto se hace de día y se dan cuenta que la claridad que vieron anteriormente era la producida por la luz de la luna. Y han desaparecido tanto la hierba que habían cortado como el perro blanco que los miraba...los labriegos ya saben entonces que su fin está cercano.
Por otra parte, se cuenta en algunas aldeas asturianas la llegada de un perro negro solitario, venido de no se sabe dónde, el cual anunciaba la muerte a los vecinos moribundos, aullando en las proximidades de sus casas la noche de su agonía y yendo posteriormente a su entierro. Si se daba el caso de que varias fueran las personas que agonizaban esa noche, iba sucesivamente a la casa de cada una de ellas.
En otras ocasiones la muerte se anuncia mediante la llamada de un espíritu de un muerto, el aviso de un anciano desconocido o una luz cegadora. Con respecto a esto último, es necesario señalar que es temible el ver una estrella fugaz o encontrarse con fuegos fatuos.
Mas, ¿Cuál es la naturaleza de todas estas señales de la muerte? ¿Quién y por qué está detrás de ellas? Se trata de espíritus solitarios de difuntos, que se asoman desde el inframundo al mundo de los vivos para reclamar más muertos que les hagan compañía.
LICANTROPÍA
Entamandu...


NUECHE DE TOLOS SANTOS
En la víspera del 1 de Noviembre se sitúa la Nueche de Tolos Santos (Noche de Todos los Santos): Tras la puesta de Sol, las fronteras que separan el mundo de los vivos del de los muertos se difuminan, y nos vemos invadidos por las almas de los antepasados y por los espíritus infernales de la noche.
En la vigilia de Tolos Santos se celebra el Magüestu de Difuntos, que es la recogida y asado de las castañas en el campo, junto a una hoguera. Todos los miembros de la familia se sientan alrededor de la lumbre y tras acabar, las castañas que sobran se tiran al suelo diciendo ¡Esto ye pa que coman los difuntos! .
Tras la cena, llega la llamada ronda de las ánimas benditas, que consiste en dedicarles a éstas un padrenuestro. En este sentido, los asturianos del ámbito rural son muy respetuosos con las almas de los antepasados, y así, en el aniversario de la muerte de una persona, se celebra un banquete en su honor, en el cual se deja un sitio vacío, reservado para el difunto. En la noche de Difuntos se piensa que las almas salen del Más Allá y vuelven por un momento al mundo de los vivos, a remembrar tiempos pasados: Así, se sientan junto al llar (hoguera) y comienzan a conversar entre ellos. Hay que procurar que la llama del llar no sea muy fuerte, pues de lo contrario les podría alcanzar, y no se deben dejar puestas las trébedes, pues los difuntos podrían sentarse en ellas y quemarse. Por la noche tampoco se ha de barrer, pues con ello se les expulsa de la casa, ni tampoco cerrar las puertas bruscamente, no vaya a ser que lastimemos a algún ánima que pasase por allí. Además, los campesinos dejan a sus difuntos su cama para que éstos se acuesten en ella, y llenan todos los calderos y herrerías de agua, para que los muertos puedan beber cuando pasen junto a ellas.
Esta misma noche se encienden pequeñas lamparillas, sobre cazuelas de aceite; y cada una de ellas se enciende por el ánima de un difunto. La primera lamparilla que se apaga indica que el alma por la cual se ha encendido acaba de salir del Purgatorio. Si este muerto no necesitaba esta luz por estar ya en el cielo o en el infierno, la lamparilla arde por la alma más necesitada de las demás.
Por los caleyos (senderos) también deambulan los difuntos y mucha gente coloca en los cruces de caminos calabazas huecas con una cara recortada, que representan el alma de un muerto. Es peligroso salir por la noche en esta fecha, pues por todas partes puede encontrarse uno con la güestia, como les sucedió a unos pescadores de Cuideiru, que vieron desde el mar a esta fantasmagórica procesión caminar junto a la costa.
En la mañana siguiente, las familias van al cementerio a visitar a sus parientes difuntos, a los cuales ofrecen una rama de texu, que les servirá para regresar al Más Allá. Además, en muchas partes de Asturias los campesinos no trabajarán la tierra este día, por respeto y reverencia a los difuntos.

PAPÓN
También llamado Coco o Rampayu, es una criatura maligna que viene cada noche a comerse a los niños malos que no quieren dormir. De ahí que las madres, todas las noches no dejen de repetirles a sus hijos "duérmete niño, que viene el coco".
Un pariente suyo muy cercano es L’Home l’Untu, también llamado el "sacamantecas", que se dedica a raptar niños en la oscuridad para sacarles la grasa.
Y es que la oscuridad es propicia para la aparición de todo este tipo de personajes.




Brujeria
Brujería
(Redirigido desde Bruja)
Para otros usos de este término véase Brujería (desambiguación).
Brujería es el conjunto de creencias, conocimientos prácticos y actividades atribuidos a ciertas personas llamadas brujas (existe también la forma masculina, brujos, aunque es menos frecuente) que están supuestamente dotadas de ciertas habilidades mágicas que emplean con la finalidad de causar daño.
La creencia en la brujería es común en numerosas culturas desde la más remota antigüedad, y las interpretaciones del fenómeno varían significativamente de una cultura a otra. En el occidente cristiano, la brujería se ha relacionado frecuentemente con la creencia en el Diablo, especialmente durante la Edad Moderna, en que se desató en Europa una obsesión por la brujería que desembocó en numerosos procesos y ejecuciones de brujas (lo que se denomina "caza de brujas"). Algunas teorías1 relacionan la brujería europea con antiguas religiones paganas de la fertilidad, aunque ninguna de ellas ha podido ser demostrada. Las brujas tienen una gran importancia en el folclore de muchas culturas, y forman parte de la cultura popular.
Si bien éste es el concepto más frecuente del término "bruja", desde el siglo XX el término ha sido reivindicado por sectas ocultistas y religiones neopaganas, como la Wicca, para designar a todas aquellas personas que practican cierto tipo de magia, sea esta maléfica (magia negra) o benéfica (magia blanca), o bien a los adeptos de una determinada religión.
Un uso más extenso del término se emplea para designar, en determinadas sociedades, a los magos o chamanes.



El Aquelarre de Goya

Tabla de contenidos
1 Terminología: brujería, hechicería, magia
2 Historia
2.1 La Antigüedad clásica
2.2 La brujería en el Antiguo Testamento
2.3 Brujería y cristianismo
3 La brujería en la Edad Moderna
3.1 El concepto de brujería. Orígenes y desarrollo
3.2 Pacto con el Diablo
3.3 El aquelarre
3.4 El vuelo
3.5 La metamorfosis
3.6 Prácticas mágicas
3.7 Interpretaciones de la brujería
3.7.1 Teoría del origen pagano
3.8 La caza de brujas
4 Las brujas en el folcklore europeo
4.1 Su reflejo en la literatura infantil
4.2 La belleza y la fealdad

Terminología: brujería, hechicería, magia
Aunque en español se utiliza en ocasiones la palabra brujo, en masculino, como sinónimo de mago, con independencia del tipo de magia que practique, el uso más frecuente del término (casi siempre en femenino) hace referencia a las personas que practican la magia negra. Incluso dentro de éstas, Julio Caro Baroja2 propone diferenciar entre brujas y hechiceras. Las primeras habrían desarrollado su actividad en un ámbito predominantemente rural y habrían sido las principales víctimas de las cazas de brujas en los años 1450-1750. En cambio, las hechiceras, conocidas desde la antigüedad clásica, son personajes fundamentalmente urbanos: un ejemplo característico en la literatura española es la protagonista de La Celestina de Fernando de Rojas.3 A diferencia de los practicantes de la magia culta, que alcanzó gran desarrollo en el Renacimiento, tanto la bruja rural como la hechicera urbana pertenecían en general a clases sociales marginadas, lo que las hacía más vulnerables a las persecuciones. Se cree que las artes de brujas y hechiceras eran transmitidas oralmente de generación en generación, por lo que todos los testimonios acerca de sus prácticas proceden de autores ajenos y muy a menudo hostiles a ellas.
La palabra española bruja es de etimología dudosa, posiblemente prerromana, del mismo origen que el portugués y gallego bruxa y el catalán bruixa. La primera aparición documentada de la palabra, en su forma bruxa, data de finales del siglo XIII.4 En 1396 se encuentra la palabra broxa, en aragonés, en las Ordinaciones y Paramientos de Barbastro.5
En el País Vasco y en Navarra se utilizó también el término sorguiña (en euskera sorgin), y en Galicia, la voz meiga.
En latín, las brujas eran denominadas maleficae (singular maléfica), término que se utilizó para designarlas en Europa durante toda la Edad Media y gran parte de la edad moderna. Términos aproximadamente equivalentes en otras lenguas, aunque con diferentes connotaciones, son el inglés witch, el alemán Hexe y el francés sorcière.

Historia
La Antigüedad clásica




Circe ofreciendo un brebaje a Ulises.
En las antiguas Grecia y Roma, estaba extendida la creencia en la magia. Existía, sin embargo, una clara distinción entre distintos tipos de magia según su intención. La magia benéfica a menudo se realizaba públicamente, era considerada necesaria e incluso existían funcionarios estatales, como los augures romanos, encargados de esta actividad. En cambio, la magia realizada con fines maléficos era perseguida.6 Se atribuía generalmente la magia maléfica a hechiceras (en latín maleficae), de las que hay numerosas menciones en numerosos autores clásicos.
Según estos textos, de estas hechiceras se creía que tenían la capacidad de transformarse en animales, que podían volar de noche y que practicaban la magia tanto en provecho propio como por encargo de terceras personas. Se dedicaban preferentemente a la magia erótica, aunque también eran capaces de provocar daños tales como enfermedades o tempestades. Se reunían de noche, y consideraban como sus protectoras e invocaban en sus conjuros a diosas como Hécate, Selene y Diana.7
Probablemente las brujas más conocidas de la literatura clásica son dos personajes mitológicos, Circe8 y Medea. Las habilidades mágicas de ambas residen sobre todo en su dominio de las pócimas o filtros mágicos (phármakon, en griego). Medea, que se presenta a sí misma como adoradora de Hécate,9 se convirtió en el arquetipo de la hechicería en las literaturas griega y romana. Hay menciones de brujas en las obras de Teócrito, Horacio, Ovidio, Apuleyo, Lucano y Petronio, entre muchos otros. Estos autores hacen especialmente referencia a brujas que realizan magia de tipo erótico.
Relacionada con la creencia grecorromana en las brujas está la figura de la striga, un animal nocturno que es mitad pájaro mitad ser humano que se alimenta de sangre (y que resulta también un precedente de la moderna figura del vampiro).
Los escritores antiguos fueron a menudo escépticos acerca de las presuntas facultades de las brujas.

La brujería en el Antiguo Testamento


Saúl y la bruja de Endor.
En el Antiguo Testamento, concretamente en el Éxodo, se prohíbe la brujería, y se establece que debe ser castigada con la pena de muerte: "A la hechicera no la dejarás que viva" (Éxodo 22:18). Es de notar que, al igual que en la Grecia y Roma clásicas, la brujería aparece como una actividad mayoritariamente femenina, lo cual no es de extrañar, ya que la asociación de la mujer con "el Mal" es frecuente en la Biblia.
De otras citas bíblicas (Levítico 20:27, Deuteronomio 18:11-12), se desprende que la principal actividad de estas brujas bíblicas era la necromancia o invocación a los muertos. En el Primer Libro de Samuel (1Samuel 28:1-25 se relata la historia de la bruja de Endor, a la que Saúl, contraviniendo sus propias leyes, recurrió para invocar al espíritu de Samuel antes de una guerra con los filisteos.

Brujería y cristianismo
Si bien la actitud del cristianismo con respecto de algunas prácticas mágicas, tales como la astrología o la alquimia, fue en ciertos momentos ambigua, la condena de la brujería fue explícita e inequívoca desde los comienzos de la religión cristiana. En la Alta Edad Media varias leyes condenaron la brujería, basadas tanto en el ejemplo del derecho romano como en la voluntad de erradicar todas aquellas prácticas relacionadas con el paganismo. Sin embargo, la actitud eclesiástica no parece haber sido demasiado beligerante durante la primera mitad de la Edad Media, como lo atestiguan documentos como el Canon Episcopi.
La situación cambió cuando la Iglesia comenzó a perseguir las herejías cátara y valdense. Ambas concedían una gran importancia al demonio, y para estas comunidades cristianas éste estaba personalizado en la Iglesia Romana Papal, debido a sus grandes abusos. En especial los cátaros se referían a ella como "la prostituta". Para combatir estas herejías fue creada la Inquisición pontificia en el siglo XIII. En el siglo siguiente comienzan a aparecer en los procesos por brujería las acusaciones de pacto con el Diablo, el primer elemento determinante en el concepto moderno de brujería.

La brujería en la Edad Moderna
El concepto de brujería. Orígenes y desarrollo
A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la bruja, que tiene su principal origen en la asociación de la brujería con el culto al Diablo (demoniolatría) y, por lo tanto, con la idolatría (adoración de dioses falsos) y la herejía (desviación de la ortodoxia). Aunque el primer proceso por brujería en que están documentadas acusaciones de asociación con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny, Irlanda, en 1324-1325,10 sólo hacia 1420-1430 puede considerarse consolidado el nuevo concepto de brujería. Existen variantes regionales, pero puede describirse una serie de características básicas, reiteradas tanto en las actas de los juicios como en la abundante literatura culta sobre el tema que se escribió en Europa durante los siglos XV, XVI y XVII.
Las principales características de la bruja, según los teóricos del tema en la época, eran las siguientes:
1. el vuelo en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos,
2. encuentros nocturnos con el Diablo y otras brujas en el sabbat o aquelarre,
3. pactos con el Diablo,
4. sexo con demonios (en forma de íncubos y súcubos) y
5. la magia negra.



Portada del Malleus maleficarum en una edición de 1669
Esta idea de la brujería, predominante en la Edad Moderna y base de las cazas de brujas, era alarmante en la época, ya que se extendió la idea de que las brujas conspiraban para extender el poder del Diablo. La caracterización negativa de las brujas comparte algunas características con el antisemitismo (expresiones como «Synagoga Satanae», Sinagoga de Satanás, o «sabbat», para designar las reuniones nocturnas de las brujas), y tiene un fuerte carácter misógino.11 Aunque no todos los sospechosos de brujería eran mujeres (hubo un significativo porcentaje de hombres procesados y ejecutados por delitos de brujería), se consideraba a la mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja.
La definición de la brujería como adoración al Diablo se difundió por toda Europa mediante una serie de tratados de demonología y manuales para inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el siglo XVII. El primero en alcanzar gran repercusión, gracias a la reciente invención de la imprenta, fue el Malleus Maleficarum ("Martillo de las brujas", en latín), un tratado filosófico-escolástico desapasionado y racional publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris, en latín) y Jacob Sprenger. El libro no sólo afirmaba la realidad de la existencia de las brujas, conforme a la imagen antes mencionada,12 sino que afirmaba que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía: «Hairesis maxima est opera maleficarum non credere» (La mayor herejía es no creer en la obra de las brujas).
Tanto el Malleus como otros muchos libros que se publicaron en la época constituyeron el fundamento de la caza de brujas que se dio en toda Europa durante la Edad Moderna, especialmente en los siglos XVI y XVII, y que causó la muerte, según los cálculos más fidedignos, de unas 60.000 personas.

Pacto con el Diablo
Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el Diablo. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección detenida del mismo podía permitir su identificación como hechicera.13 Mediante el pacto, la bruja se comprometía a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenaturales, entre los que estaba la capacidad de causar maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas como a elementos de la naturaleza; en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se consideraba también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales (preferentemente lobos).
La supuesta capacidad de volar también se asienta sobre algunos informes remitidos por los inquisidores a Felipe II tras su misión en Galicia. Tanto Felipe II como sus antecesores solicitaron a la Santa Inquisición investigaciones sobre la veracidad de las leyendas populares en lo que a la capacidad de volar se refiere. En los primeros informes se afirmaba no haber encontrado nada que pudiera confirmar las historias populares, pero las investigaciones posteriores cambiaron radicalmente y en los siguientes escritos los inquisidores afirmaron haber visto volar a las brujas y salir por las chimeneas con sus escobas.14

El aquelarre
Artículo principal: Aquelarre
Se creía que las brujas celebraban reuniones nocturnas en las que adoraban al Demonio. Estas reuniones reciben diversos nombres en la época, aunque predominan dos: sabbat y aquelarre. La primera de estas denominaciones es casi con seguridad15 una referencia antisemita, cuya razón de ser es la analogía entre los ritos y crímenes atribuidos a las brujas y los que según la acusación popular cometían los judíos. La palabra aquelarre, en cambio, procede del euskera aker (macho cabrío) y larre (campo), en referencia al lugar en que se practicaban dichas reuniones


El aquelarre. Ilustración del libro de Anton Praetorius
Según se creía, en los aquelarres se realizaban ritos que suponían una inversión sacrílega de los cristianos. Entre ellos estaban, por ejemplo, la recitación del Credo al revés, la consagración de una hostia negra, que podía estar hecha de diferentes sustancias, o la bendición con hisopo negro.16 Además, casi todos los documentos de la época hacen referencia a opíparos banquetes (con frecuencia también a la antropofagia) y a una gran promiscuidad sexual. Una acusación muy común era la del infanticidio, o los sacrificios humanos en general.
La principal finalidad de los aquelarres era, sin embargo, siempre según lo considerado cierto en la época, la adoración colectiva del Diablo, quien se personaba en las reuniones en forma humana o animal (macho cabrío, gato negro, etc). El ritual que simbolizaba esta adoración consistía generalmente en besar el ano del Diablo (osculum infame). En estas reuniones, el Diablo imponía también supuestamente su marca a las brujas, y les proporcionaba drogas mágicas para realizar sus hechizos.
Se creía que los aquelarres se celebraban en lugares apartados, generalmente en zonas boscosas. Algunos de los más célebres escenarios de aquelarres fueron las cuevas de Zugarramurdi (Navarra) y Las Güixas (cerca de Villanúa, en la provincia de Huesca) en España, el monte Brocken (mencionado en el Fausto de Goethe), en Alemania, Carnac en Francia; el nogal de Benevento y el paso de Tonale, en Italia. Se creía también que algunos aquelarres se celebraban en lugares muy lejanos de la residencia de las supuestas brujas, que debían por tanto hacer uso de sus poderes sobrenaturales para desplazarse volando: por ejemplo, se acusó a algunas brujas del País Vasco francés de asistir a aquelarres en Terranova.
Algunas fechas se consideraban también especialmente propicias para la celebración de aquelarres, aunque varían según las regiones. Una de ellas era la noche del 30 de abril al 1 de mayo, conocida como la noche de Walpurgis.


El vuelo


¡Linda maestra! (Goya)
Se atribuía a las brujas la capacidad de desplazarse volando a los aquelarres. Esta creencia se remonta, al menos, a la Antigüedad clásica, aunque a menudo fue vista con escepticismo (por ejemplo, en el Canon episcopi se afirma la absoluta falsedad de esta idea). Los procedimientos empleados para volar varían según los diferentes testimonios: en el Canon episcopi, por ejemplo, se hace referencia a la creencia de que las brujas se desplazaban en animales voladores. Sin embargo, el medio de locomoción más frecuente, y que como tal ha perdurado en la imagen actual de la bruja, es la escoba.
El simbolismo de la escoba se ha interpretado de diversas formas. Para algunos autores se trata de un símbolo fálico[cita requerida], lo que se relacionaría con la supuesta promiscuidad sexual de las brujas. Otras teorías mencionan que la escoba pudo haber sido utilizada para administrarse determinadas drogas. En cualquier caso, llama la atención al tratarse de un objeto relacionado casi exclusivamente con la mujer.
Con respecto a los vuelos de las brujas, las opiniones de los teólogos de la época estuvieron muy divididas. Para algunos, tenían lugar físicamente, en tanto que otros consideraban que se trataba de ensueños inducidos por el Diablo. Modernamente se han relacionado con el consumo de ciertas drogas conocidas en la Europa rural, tales como el beleño, la belladona y el estramonio.
Referente a la forma de vuelo que se les atribuía en el resto del mundo, en México creían en el nahualismo, acto por medio del cual las brujas practicantes de antiguos ritos prehispánicos podían convertirse o metamorfosearse en aves nocturnas como lechuzas o búhos; en el caso de Chile destacaba la creencia de que el brujo chilote contaba con un "macuñ" (del mapudungun makuñ: "manto"o "chaleco") hecho con la piel del pecho de un cadáver humano. Igualmente en este país y en Argentina se les atribuía la capacidad del vuelo transformados en aves de "mal agüero" (mala suerte), ejemplo de ello es la leyenda de la Voladora.

La metamorfosis
Todas las culturas tienen entre las atribuciones de las capacidades de magos, brujas o hechiceros las de transformarse en animales:
La cultura popular del norte de Europa atribuye a las brujas la transformación preferente en un gato negro.
Entre las diversas manifestaciones del chamanismo en el norte del continente americano, está el nagualismo (o nahualismo) mexicano, según el cual el brujo o bruja puede transformarse en su animal protector, que puede ser tanto volador como terrestre, doméstico como salvaje.
En América del Sur, según la tradición de Chile y algunas zonas de Argentina, la transformación de las brujas era principalmente en aves, aunque también se mencionan otros animales; destaca un tipo de bruja o brujo al que, al igual que los Calcu en la tradición Mapuche, se suponía la capacidad de convertirse en un mítico pájaro conocido como Chonchón.
En Perú los chamanes suelen convertirse en animales de granja, como por ejemplo transformarse en cerdo o cabra.
Prácticas mágicas
Se acusaba a las brujas de la realización de hechizos mediante la magia negra, esto es, con fines maléficos. Mediante estos hechizos, lograban supuestamente hacer morir o enfermar a otras personas o al ganado, o desencadenar fenómenos meteorológicos que arruinaban las cosechas.
Interpretaciones de la brujería
Teoría del origen pagano
Una de las interpretaciones más interesantes, y que más arraigo han conseguido, es la que hace a las brujas representantes de antiguos cultos paganos, anteriores al Cristianismo, que sus perseguidores habrían identificado, errónea o malintencionadamente, con la adoración al Diablo. La principal defensora de esta teoría fue la inglesa Margaret Murray, que la expuso en tres libros: The Witch-cult in Western Europe (1921), God of the Witches (1933) y The Divine King in England (1954). Según Murray, la brujería deriva de una antigua religión neolítica, en la que se practicaban sacrificios humanos (en gran medida, las teorías de Murray están influenciadas por la obra clásica de James George Frazer, La rama dorada).
Según esta teoría, las "noches de brujas"" o sabbat corresponderían a las épocas del año en que, en el neolítico, se realizaban Ritos de Fertilidad para lograr que la naturaleza no muriera en el invierno y concediera buenas cosechas en el verano, el 31 de julio y el 1 de febrero. De este modo, la brujería permanecía subterráneamente ligada a las "religiones panteístas", concretamente de influencias germánicas y celtas. Estas reuniones serían el residuo de los ritos femeninos griegos y romanos al dios Baco y otros ritos de origen Tracio. Y las denominadas brujas serían las herederas de las sacerdotisas Bacantes tras la entrada del Cristianismo. El Macho cabrío parece corresponder más al "dios de la fertilidad" Pan y los "sátiros".
El punto de vista de Murray sobre la brujería resultó muy atractivo por el destacado papel que concedía a la mujer y a su sexualidad, y por lo que implicaba de resistencia contra la opresión de la Iglesia. Durante los años 30, surgió en el Reino Unido un movimiento de recuperación de la brujería, en gran medida basado en las teorías de Murray. Tuvo también una gran influencia en Gerald Gardner, autor del que puede considerarse el texto fundacional de la Wicca, Witchcraft Today (1954), cuyo prólogo fue escrito por Murray.
Las tesis de Murray, que gozaron de amplio crédito hasta la década de 1960, son hoy muy cuestionadas,17 ya que se basan en fuentes poco dignas de crédito (las confesiones de las propias brujas, a menudo realizadas bajo tortura).

La caza de brujas


Quema de brujas en la Edad Moderna
Entre los siglos XV y XVIII se dio una persecución particularmente intensa de la brujería, conocida como caza de brujas. Esta persecución afectó a la práctica totalidad del territorio europeo, si bien fue particularmente intensa en Centroeuropa, en los estados semiindependientes bajo la autoridad nominal del Sacro Imperio Romano Germánico, y en la Confederación Helvética. Los estudiosos actuales del tema dan una cifra aproximada de 110.000 procesos y 60.000 ejecuciones, a pesar de que cálculos anteriores arrojaban cifras mucho más elevadas.
La caza de brujas tiene su origen en la Inquisición, tribunal creado por el Papado para perseguir la herejía, pero que a partir del siglo XIV comenzó a prestar atención al fenómeno de la brujería. La principal acusación contra las brujas era la de demonolatría, o adoración del Diablo, concretada ya en una obra clásica sobre el tema, el Malleus maleficarum ("Martillo de brujas"). Entre los siglos XVI y XVIII aparecieron numerosas obras de eclesiásticos y juristas acerca de este tema.
Contra lo que suele creerse, la mayor parte de los procesos por brujería los llevaron a cabo tribunales civiles, y la Inquisición solo tuvo un papel preponderante en los primeros años de la caza de brujas. Los procesos tuvieron lugar por igual en países católicos y protestantes. En los territorios de religión ortodoxa, en cambio, las cazas fueron de intensidad mucho menor.
Durante estos procesos, se aplicó con frecuencia la tortura para obtener confesiones, por lo cual los investigadores actuales suelen manifestar cierto escepticismo acerca de lo manifestado en los juicios por brujería.
Algunos procesos se han hecho especialmente célebres, como el de las brujas de Salem, en los Estados Unidos, tema de una célebre obra del dramaturgo Arthur Miller publicada en 1953, que popularizó la expresión "caza de brujas" en relación con la Comisión de Actividades Antiamericanas del senador Joseph McCarthy (la época conocida como "macartismo"). Desde entonces, la expresión "caza de brujas" se aplica metafóricamente a cualquier persecución de tipo ideológico.
En España, la Inquisición dejó de perseguirlas a raíz del proceso contra las brujas de Zugarramurdi (segunda mitad del siglo XVII), en el que los inquisidores se encontraron ante la posibilidad de tener que quemar a varios miles de mujeres si resultaban condenadas. Resolvieron la cuestión declarando que no tenían pacto con el diablo y desde entonces no se quemó a ninguna otra.
En el siglo XVI Anton Praetorius (1560-1613), un pastor y teólogo calvinista alemán, luchó contra la persecución de brujas y la tortura en su obra Gründlicher Bericht, un informe completo acerca de la brujería y las brujas.


Las brujas en el folcklore europeo
Su reflejo en la literatura infantil



Ilustración de «The Lancashire witches» de William Harrison Ainsworth.
La bruja tiene un papel esencial en los cuentos infantiles, como los recopilados por los Hermanos Grimm, en donde es el personaje malvado arquetípico. Las brujas de cuento más famosas son:
la madrastra de Blancanieves, que intenta asesinar a ésta con una manzana envenenada;
la bruja de La Sirenita (el relato de Hans Christian Andersen), que realiza un pacto por el cual le dota de unas piernas a cambio de su voz;
La bruja malvada de La bella durmiente, capaz de convertirse en dragón;
La bruja de la casita de chocolate de Hansel y Gretel;
La Baba Yaga del folclore ruso, reflejada en el relato homónimo de Aleksandr Nikolaievich Afanasiev, una vieja bruja que habita en una casa mágica que es capaz de caminar sobre patas de ave;
En la reciente literatura norteamericana también se recoge el mito de la bruja, pero ya no tienen por qué ser malvadas. Así, en El Mago de Oz aparecen dos brujas malvadas y dos bondadosas.
La belleza y la fealdad
Tradicionalmente se asocia la imagen de la bruja a una mujer anciana, fea y especialmente desagradable. Sin embargo, se creía que entre sus poderes estaba el de poder modificar su aspecto a voluntad, mostrándose como una joven hermosa y deseable. La bruja utilizaría esta apariencia para seducir a los hombres y llevarlos a la perdición.18
La literatura juvenil actual se suele desmarcar de esta visión, más basada en La Celestina, para recrear otro bruja más agradable a la vista, pero igual de peligrosa. Varios dibujantes han representado a las brujas como mujeres jóvenes y dotadas de un enorme atractivo innato. Buenos ejemplos son las numerosas damas que tratan de hechizar, utilizar o contratar a Conan el Bárbaro o la deslumbrante y turgente Reina Bruja de Anubis, que trató de seducir y hechizar al Capitán Trueno y al final, siguiendo la línea de no mostrar a la bruja como un ser malvado, dio su vida por la de la reina Sigrid, para verlos juntos antes de morir.

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